Cada 12 de octubre, el mundo hispano se viste de gala para conmemorar un acontecimiento histórico que transformó para siempre el curso de la humanidad: la llegada de Cristóbal Colón al continente americano en 1492. Este día, conocido como el Día de la Hispanidad, simboliza el histórico encuentro entre las culturas de Europa y América, un encuentro que dio origen a una rica fusión de tradiciones, lenguas y culturas que todavía resuenan en el tejido social de nuestros pueblos.
La Hispanidad no es solo una suma de eventos históricos; es un tributo a la diversidad y a la capacidad de adaptación de nuestros antepasados. Desde las vibrantes celebraciones en las plazas de Madrid, donde el fervor patriótico impregna el aire en desfiles y actividades culturales, hasta las festividades coloridas en América Latina, donde el 12 de octubre es conocido como el Día de la Raza o el Día de la Diversidad Cultural, cada rincón del mundo hispanohablante celebra la riqueza de su historia y sus raíces compartidas.


En España, este día se erige como un festín de orgullo nacional. Los desfiles en la capital son un magnífico espectáculo que recuerda no solo las expediciones de antaño, sino también la grandeza de un país que, a través de los siglos, ha mantenido un férreo lazo con sus hijas e hijos en el continente americano. Bandas de música, danzas típicas y una exhibición militar que rinde homenaje a quienes forjaron la historia, todo en un solo día, es el reflejo de un pueblo que no olvida su pasado. Eventos de los cuales Roberto Argiz (secretario de GVRH) pudo disfrutar al estar estos días por la ciudad de Madrid.


Al cruzar el océano, encontramos que en América Latina, el 12 de octubre resuena de diferentes maneras, cada interpretación un matiz en el cuadro multicolor de nuestra herencia. En algunos países, se honra la raza, celebrando la mezcla de culturas que dio vida a naciones vibrantes. En otros, como en México, se reflexiona sobre la diversidad cultural y la importancia de reconocer y valorar a las comunidades indígenas y afrodescendientes que han sido parte integral de nuestra identidad.
Este mosaico de percepciones nos invita a reflexionar sobre el legado de la colonización y cómo el dolor de las historias no contadas ha sido parte de nuestra evolución. Todos somos herederos de un pasado complejo, y a través de este día, nos unimos para mirar hacia el futuro con la firme convicción de construir un mundo más justo y equitativo, donde todas las voces sean escuchadas y celebradas.
El Día de la Hispanidad nos llama a reconocer que, a pesar de las disparidades, compartimos la lengua española y una parte de nuestra historia que nos une. Es un día para fortalecer los lazos de solidaridad, para recordar que, a través de las diferencias, podemos encontrar un terreno común donde el respeto y la fraternidad brillan.
Por otro lado, en la asombrosa y resplandeciente antigua Grecia (donde queremos llegar con este post), se erguía un festival que honraba a uno de los héroes más venerados: Heracles, o Hércules, el príncipe de la fortaleza y la valentía.
Herakleia, como se le conocía, no era solamente un evento; era un ritual de devoción y admiración, un tributo a un legado grabado en el ADN cultural de la ciudad-estado. Cada 12 de octubre en el calendario antiguo, Atenas se transformaba en un vibrante lienzo de colores, ceremonias, y emociones en un festival que evocaba la grandeza del héroe.

Las festividades eran un caleidoscopio de actividades llenas de fervor. Ceremonias religiosas alzaban plegarias al cielo, mientras que sacrificios simbolizaban la gratitud de los ciudadanos por las hazañas de Heracles. A través de competiciones, donde el sudor y la adrenalina delimitaban los contornos de la excelencia física, se rendía homenaje a los atributos heroicos que su figura encarnaba. Cada carrera, cada lucha, y cada victoria eran una celebración del espíritu humano que Heracles representaba: ¡la lucha perseverante contra la adversidad!

Pero el eco de Herakleia resonaba más allá de Atenas. En diversas ciudades, el festival adoptaba matices y tradiciones únicas, una belleza que reflejaba la multifacética relación del héroe con la cultura griega. Considerado tanto una divinidad como un mortal, Heracles simbolizaba lo que significaba ser humano. Sus doce trabajos, que desafiaron los límites del esfuerzo y la astucia, se convertían en relatos que unían a las comunidades en un lazo común de admiración y aspiración.
La conexión de Heracles con los gladiadores romanos añade otra capa a su legado. En los albores del Imperio, estos guerreros, al igual que el héroe mitológico, eran considerados modelos de valor y destreza. La arena se transformaba en un escenario de valorización de la valentía, donde el combate se convertía en un eco distante de las gestas heroicas de Heracles. Los gladiadores, en sus peleas por la vida, invocaban su nombre como símbolo de esperanza y fortaleza, buscando así una conexión con el arquetipo del héroe en un acto de resistencia.
El simbolismo de Hércules se mezclaba con el sudor y la sangre de la arena, donde cada golpe, cada caída, resonaba como un tributo a la lucha ancestral entre el bien y el mal, la vida y la muerte. En estas competiciones, la memoria de las viejas glorificaciones del heroísmo se mantenía viva. Se erguía un puente cultural, desde los rituales antiguos en las plazas de la ciudad hasta las brutales contiendas del Coliseo, manteniendo un diálogo constante entre el pasado y el presente.
Así, el festival de Herakleia, con sus rituales de adoración y competencia, no solo celebraba a un héroe, sino que entretejía las virtudes de la sociedad: fuerza, valor, y resiliencia. Era un recordatorio de que, en cada rincón de la vida, desde las calles griegas hasta las arenas romanas, la esencia de Heracles persistía, inspirando a generaciones a abrazar su propia heroicidad en la batalla cotidiana de la existencia. En un mundo donde la lucha es constante y los desafíos son múltiples, la luz de Herakleia perdura, un faro para aquellos que buscan la grandeza en el camino de la vida.
Este día, en el que celebramos la Hispanidad, se convierte en un puente que une no solo a España con las tierras que fueron tocadas por la travesía de Cristóbal Colón, sino que también enlaza con las raíces míticas de nuestra herencia a través del festival de Herakleia, en honor a Hércules, una figura simbólica que personifica la fuerza, el valor y la búsqueda de la gloria.
Hoy, en conmemoración del 12 de octubre, queremos celebrar nuestra historia rica y multifacética. Queremos unirnos para homenajear a todos aquellos que ya no están, y felicitar a una asociación que tenemos en gran alta estima, Lucius Spiculus Divulgación (asociación que nace con unas ideas de investigación práctica y divulgación de la cultura, pero acaba siendo mucho más). No solo queremos felicitar a la asociación sino también a sus gladiadores, los cuales en cada evento que participan, nos hacen muestra de lo que realmente es Lucius Spiculus Divulgación. Desde aquí os invitamos a echar un ojo a su página web https://www.lucius-spiculus.com/ y deseamos que acudáis a uno de sus eventos. De esta forma viviréis una experiencia...inolvidable.
Composición LSD:

Javer Romay (presidente de Luicus Spiculus Divulgación) - gladiador Lucius.

Adrián - gladiador Calidio

Marcos - gladiador Caesus

Iván - gladiador Barbaricus

Alejandro - gladiador Hermes

Fernando (derecha) - tirón Apulu
Carlos (izquierda) - tirón Galaicus
También felicitar por este día y el mismo motivo a ARS Dimicandi (asociación italiana que se dedica a reconstruir la verdad sobre los Gladiadores, la Legión Romana y las disciplinas de combate a mano desnuda de la Grecia olímpica, más allá de los estereotipos y el cine).
Valoramos y apreciamos también su labor, no solo por lo que hacen, sino por lo que inspiran en cada uno de nosotros.
Os invitamos a visitar su web https://www.arsdimicandi.it/ y así conocer más a esta asociación de la cual Dario Battaglia (a quien mostramos en la imagen), es el presidente.

Llegados a este punto vemos como cada 12 de octubre, no solo celebramos un encuentro, sino que también reivindicamos un legado: el valor de un pueblo que, como el gran Hércules, es capaz de enfrentarse a cualquier adversidad y seguir construyendo un futuro en unidad y respeto. Que la celebración de la Hispanidad y la Herakleia nos inspire a ser paladines de nuestra herencia, reconociendo que, en esta diversidad entrelazada, se encuentra la verdadera grandeza de nuestro ser.
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